No me importó aprender muchísimas cosas, y honestamente lo aprendí muy rápido. En su mayor parte todo fue de forma natural. Verdaderamente pude sentir mi instinto maternal durante mi embarazo, así que muchas de estas cosas me parecían normales. Despertarse en medio de la noche era algo normal. Cambiar pañales a todas horas se volvió una rutina. Las mamás no tenemos otra opción más que hacerlo rápidamente. Nuestros bebés dependen de nosotras literalmente para todo. Y ahí es donde comencé a perder mi propia identidad.
Entre la lactancia materna, vigilar al bebé para que tenga un sueño seguro, la falta de sueño, aprender a asegurar el bebé en la sillita del coche, el aprendizaje de entender a mi bebé, literalmente con todo lo que incluye la maternidad hizo que perdiera mi propia identidad. Siempre me quedaba en casa y nunca salía a menos que fuera completamente necesario (gracias invierno).Perdí el contacto con todos mis amigos y me limite estrictamente a mi nuevo rol. Definitivamente no estoy diciendo que sumergirse de cabeza en la maternidad sea algo malo, pero no quería perderme a mí misma. Quería encontrar el equilibrio perfecto entre ser madre y seguir siendo yo misma. Sabía que era posible, pero tenía que averiguar cómo.
Encontrándome
Encontrarme a mí misma en este nuevo rol e intentar ser la mejor madre que podía ser. Me tomo mi tiempo darme cuenta de que había perdido parte de mi identidad, y una vez que me di cuenta de esto, luche contra ello. Son momentos muy triste para mí y francamente, me resultó difícil encontrar el equilibrio perfecto que estaba buscando. Me había convencido a mi misma de que tenía que quedarme en casa con mi hija todo el día, pero eso no es cierto. Estaba en casa todo el día constantemente pendiente de ella. En su primer año de vida, solo pasamos unas horas separadas la una de la otra. Una vez que pasamos un tiempo separadas, terminé aprendiendo que realmente esto fue lo que creó un vínculo más fuerte y saludable entre nosotras.
Apreciando tus nuevas cualidades
Durante mi embarazo, ingenuamente pensé que podría ser la misma persona, pero nada más mas lejos de la realidad. Simplemente no es realista ni factible. Ya no era la misma persona que era cuando estaba yo sola, y eso está bien. No tenía que ser la misma persona, y verdaderamente me alegro de no serlo. He crecido mucho como persona al convertirme en mamá y la maternidad me ha cambiado para mejor. He adquirido cualidades que nunca pensé que tendría, y estoy orgullosa de ser esta nueva mujer en la que la maternidad me ha convertido. Abrazar y amar estas nuevas cualidades ha sido un gran descubrimiento para mí.
Rodearte de las personas adecuadas
Al encontrar mi identidad, aprendí mucho sobre mí y mis nuevos prioridades. Solo me relacionaba con la gente que entendían y apreciaban quién era yo ahora. Ellos entendían perfectamente cuando no podía ir a cenar o cuando estaba demasiado cansada para ir a ciertos eventos. Nunca me hicieron sentir mal por tener que irme temprano o quedarme en casa con mi bebé enfermo. Así era la nueva yo y ésas eran mis prioridades. Cuando pasaba tiempo con personas que no entendían esto, me hacían sentir culpable por cambiar mis prioridades. Gracias a Dios ahora estoy rodeada de personas que me respetan y eso es increíble.
Encuentra tiempo para ti misma
También encontré maneras de hacer las cosas por mí misma. Incluso si era algo tan simple como escribir al final del día, era algo que me hacía sentir que podía ser yo misma. También mi madre se quedaba con mi hija una hora a veces para que yo pudiera salir y tener alguna hora libre para poder hacer alguna actividad que me gustara. Me gusta bailar, así que a menudo utilizo esa hora para ir a clases de baile. Bailar era una actividad que le encantaba hacer antes de mi maternidad, y todavía es una gran parte de mi vida. Renuncié a ese pedazo de mí durante un año entero, y volver a practicarlo ha sido super terapéutico.
Encontrar actividades que ambos disfrutéis.
Estar en casa todo el día fue contraproducente para mí. Es difícil sentir que aún eres tu misma cuando estás cuidando a otra persona todo el día. Salir de casa y participar en actividades juntos puede ser muy beneficioso y divertido mi bebé y yo vamos a clases de gimnasia dos veces por semana. Así puedo hablar con otras mamás y mi bebé puede socializar con otros bebés. Una vez que comenzamos a ir a estas clases, tuve cambio significativo en mi estado de ánimo. Ayudó tanto a afianzar mi propia identidad, como la identidad de mi bebé. Mi bebe se estaba encontrando a asimismo a través del juego.